20120607

Nervio náufrago de Laura Solórzano, algunos apuntes


NERVIO NÁUFRAGO
Laura Solórzano



Laura Solórzano nació en Guadalajara, Jalisco en 1961. Estudió la carrera de Psicología en la Universidad de Guadalajara y después Artes Visuales en la UNAM. Ha publicado los libros de poesía Evolución (Universidad de Guadalajara, 1976), Semilla de ficus (ediciones Rimbaud, 1999) Lobo de labio (El Cálamo,2003), Boca perdida (Editorial bonobos, 2005) Un rosal para el señor K (Universidad de Guanajuato, 2006). La antología personal El espejo en la Jaula (Secretaría de Cultura, Jalisco, 2006). El libro Lip Wolf traducción al inglés y publicado por Action Books en Estados Unidos en 2007. Ha formado parte de las siguientes antologías: Sin puertas visibles ( ediciones sin nombre, Universidad de Pittsburgh), Eco de voces (UNAM, Conaculta), Poesía viva de Jalisco (Universidad de Guadalajara), Pulir huesos (Galaxia de Gutemberg, España, 2008).


Laura trabaja como maestra en el Centro de Arte Audiovisual y en la Sogem de Guadalajara

(adiós)

Fuimos a ponerla dentro de una caja y la dejamos allá (en el jamás del jardín) y cerramos el cerrojo de metal y dejamos allí su cuerpo y a ella que era ese cuerpo, porque ya no respiraba mi padre le puso flores en el vestido blanco y él (que no tenía otros ojos más que esos) le tocó la mano y la detuvo allí un momento más, mirando el modo en que sus cabellos ya no temblaban, mirando los rincones de su boca inmóvil y cuando mi padre cerró la caja (nuestro follaje agitado alrededor de él) supimos lo que es un final y cuando ese final se cierra y cuando el adiós triunfa sobre todo lo demas, comprendimos (como si entonces pudiéramos comprenderlo) que nunca volveríamos a verla.



En seguida, aquí un texto por Jorge Orendáin:


Laura Solórzano es originaria de Guadalajara. Estudió la carrera de Psicología en la Universidad de Guadalajara y después Artes Visuales en la UNAM. Ha publicado los libros de poemas Evolución (1976), Semilla de ficus (1999), Lobo de labio (2003), Boca perdida (2005), Un rosal para el Sr. K (2006). También la antología personal El espejo en la jaula (2006). Y además ha formado parte de diversas antologías nacionales e internacionales. Actualmente, Laura es docente en el Centro de Arte Audiovisual y en la Sogem.

De los libros que Laura ha publicado, destaco cuatro palabras que considero claves: corazón, azar, intuición e inteligencia. Sus libros nacen de un corazón inteligente, lleno de azar y cargado de una intuición finamente dirigida. Como dice el poeta Ricardo Castillo, es una “poesía agobiada por la duda y las preguntas, donde la racionalidad hace permanentemente su parte”.
Entre los deleites que encuentro en sus libros, están las mismas palabras, el ritmo, en todo lo que nos sugieren sus símbolos y en todas las preguntas que nos formulan. Si queremos entender el sentido exacto de los poemas, estaremos perdidos. La respuesta está en el ir y venir constante entre los textos y nosotros mismos, en buscar esa rosa roja que se encuentra floreciendo entre los versos.

El poeta y crítico Eduardo Milán, dice que los poemas de Laura son de “escritura enmascarada”. Yo continuaría diciendo que sus versos también buscan quitarnos la máscara para que miremos las palabras en su dimensión primigenia y nos atrevamos a descifrarlas. Cada poema de Laura en sí mismo construye su máscara: mientras más lo miremos, descubriremos su verdadero rostro. No nos extrañe encontrarnos a nosotros mismos, pero con un rostro diferente.
El mismo Eduardo Milán comenta que “un rasgo sobresaliente en la poesía de Laura Solórzano es su buscada atematicidad. O mejor: la buscada arbitrariedad de sus temas. O también, su no exclusividad”. Efectivamente, tengo la impresión de que el tema no es siempre lo más importante en su escritura, sino la forma en que se construye cada texto, ya sea en poema en prosa o en verso.
En prácticamente todos los poemarios de Laura, encontraremos poemas íntegramente compuestos de preguntas, aliteraciones y paradojas, recursos que a Solórzano le gusta mucho utilizar. Respecto al asunto de las preguntas, Roberto Juarroz dice que

“un diálogo sobre la poesía debería estar hecho de preguntas y presencias, no de preguntas y respuestas. La poesía —continúa— es pregunta y llamado. Tal vez sería preciso inventar un diálogo de preguntas; o por lo menos un diálogo de llamados y presencias.”

En varios momentos, Laura nos invita a dialogar con preguntas, pero no con la intención de encontrar respuestas, sino de volvernos pregunta nosotros mismos.
La escritura de Laura Solórzano no es fácil emparentarla con otros poetas. Sin embargo —de acuerdo con sus epígrafes y nombres que cita— aparecen escritores como Roberto Juarroz, Paul Celan, Kafka, Sara Kirsch y Oscar Wilde. Y probablemente también escritoras como Marosa de Giorgio y María Baranda. No dudo que ellos le hayan marcado mucho su manera de ver la poesía.
Al leer sus libros, podríamos decir que su poesía es de alguna manera hermética, enmascarada y simbolista. Esto es, sus versos piden de un lector libre de prejuicios que no quiera entender al poema de manera llana, sino de entenderse a sí mismo y dejarse influenciar por cada palabra, cada símbolo, cada tono y cada silencio. Señala Roberto Juarroz que

“La poesía no explica nada, no es respuesta a nada, no enseña nada; lo que hace es venir y crear, aquí, una presencia, una realidad que enriquece la realidad.”

En un verso del libro Semilla de ficus, Laura escribe: “Hacia los signos llego extendida, jubilosa”. Este verso me parece muy representativo de lo que ha sido para mí gran parte de su obra. En sus libros, llega extendida, jubilosa y cargada de signos para que los descifremos, no para entender lo que habita en el poema, sino para entender lo que nos habita desde la palabra.
Por último, quiero decir que Laura es la mujer que quiere “ser el ala de una idea que busca el ave de su propia ventana”. Ella entra a lo más hondo de sí, para ofrecernos todas las palabras e imágenes que encuentra en su camino. Extrae lo que no existe, traslada su visión del mundo en versos contundentes que son dueños de una extraña transparencia. Sabe que “en el fondo de la lengua está la verdad que por sí misma no saldría si no fuera por el martillar de nuestros corazones”, y que “No hay voz que no se derrame sin doblar su decir”.
Nervio náufrago es una perfecta muestra de todo lo anterior.

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